Sin presupuesto para cubrir las mínimas necesidades académicas y administrativas, ni instalaciones ni maestros suficientes, es como opera la Universidad del Bienestar Benito Juárez, instalada en esta comunidad cañera del municipio de Cárdenas.
Se han improvisado aulas y catedráticos para atender a los cerca del centenar de alumnos inscritos en la única licenciatura que se imparte, la de Ingeniería Química de la Industria Petrolera.
Lo único seguro hasta ahora para los estudiantes de esta “universidad” son los dos mil 400 pesos mensuales que les otorgan como beca, por el solo hecho de matricularse.
El pasado domingo 1, en su mensaje con motivo de su Primer Informe, el presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó que se abrieron 100 universidades públicas y gratuitas del Sistema Educativo Benito Juárez en regiones pobres y marginadas del país, donde estudian hoy 39 mil 170 jóvenes y trabajan 815 maestros y maestras.
En el caso de esta nueva universidad de Tabasco, tierra natal del presidente de México, son cinco maestros -uno de ellos también realiza labores administrativas como director –, quienes tienen que dar cátedra a los casi 100 alumnos del primer semestre.
Los futuros “Ingenieros Químicos de la Industria Petrolera” reciben clases en la Casa Ejidal, la Biblioteca Pública rural y el pequeño local del Taller de costura del DIF, inmuebles improvisados como aulas universitarias.
El director de la Universidad del Bienestar del poblado C-16, José Manuel Monzón Martínez, afirma que si se pide y exige a los alumnos “ganas de sacar adelante la carrera”, y sostiene que no existe ninguna limitante para estudiar pues los libros se pueden “en línea”.
Las condiciones de estudios para los futuros profesionistas se realizan en condiciones difíciles, por las condiciones de las “aulas” y tener que usar sillas de plástico no aptas para una escuela, que carecen de paleta para colocar el cuaderno o libros.
Tampoco cuentan con bibliotecas con los textos afines o especializados para la carrera, ni centro de cómputo o algún sitio que les permita realizar tareas o consultas.
En la misma aula -Casa Ejidal- donde toman clases, se encuentra el pequeño negocio donde se cocinan los antojitos para quienes deseen comer un refrigerio.
Así, los alumnos son acomodados en esos locales improvisados como aulas, con viejos pizarrones y sillas como pupitres -todo prestado.
De acuerdo al sitio oficial de las universidades del Bienestar Benito Juárez, no tendrán costo para los estudiantes, “quienes contarán con la totalidad de los materiales de estudio que requieran, así como con horarios de uso de computadoras y facilidades para la realización de prácticas comunitarias y profesionales en campo. No se hará examen de admisión, sino valoración diagnóstica de los aspirantes”.
La asamblea del Ejido C-16 aprobó donar un terreno de 15 hectáreas para que allí se construya el inmueble para la Universidad del Bienestar, pero se ignora si la fecha en que la Secretaría de Educación Pública (SEP), autorice los recursos para edificar ese plantel.
FUENTE: LA SILLA ROTA